jueves, 11 de septiembre de 2008

UN CUADRO


El tipo que no está en este cuadro, y al que seguramente nunca conoció el pintor (igual que yo nunca llegué a conocer a Juan Gris) salió de su triste cuarto de pensión aquél día, olvidando su sombrero sobre la mesa (o eso creo).

Salió apresurado y olvidó el sombrero, porque alguien le había llamado de algún sitio, al que tenía que ir urgentemente por ver si así tal vez, al fin, pudiera encontrar una salida a su Gris vida. Salió apresurado, y olvidó el triste sombreo, sobre la triste mesa, la cuál, además, era el único mobiliario, junto a una descacharrada cama, que albergaba en su triste cuarto de pensión…

Y sin embargo, él sentía que, en el minúsculo cuarto de pensión de su propio interior, apenas tenía muebles tampoco, más allá de una triste mesa y una descacharrada cama donde a veces (pocas) descansaba su maltrecha conciencia. Y había días, que sentía que su minúsculo cuarto interior, era como una casa de la que alguien había dejado abiertas las puertas y las ventanas (en un día de viento)…

El tipo que salió apresurado de su minúsculo cuarto, justo aquél preciso día en que un pintor, que nunca llegó a conocer, se decidió a ir a buscarlo para –de alguna forma- retratarlo en aquél lugar, tampoco aquél día se acordó de abrir la persiana, y así aquella persiana, como casi siempre, permaneció entornada, dejando pasar sólo leves franjas de tenue luz desde el exterior. Un exterior que el tipo, aquél a quien aquél día decidió retratar el pintor, nunca podía apenas si intuir, tras de las entornadas persianas.

Y así igual el tipo, en su interior, dejaba entornadas las persianas de sus ojos, porque siempre temía que lo que pudiera ver en el exterior, de una forma plena, su maltrecho corazón, apenas lo pudiera soportar.
(por cierto, el pintor pintó otra vez una ventana de un cuarto diferente, un cuarto con la ventana abierta, y la vista de un lejano mar, el cuarto que el tipo había habitado en su muy lejana juventud)

Y salió tan corriendo aquél día, que se dejó olvidado sobre la pobre mesa el periódico, una edición de El Socialista –aunque él no era socialista- aunque pensándolo mejor, era más bien una edición pasada de un periódico viejo, que el tipo nunca había leído… pero tampoco se había atrevido a tirar

Y así el tipo, que salió apresurado tras una llamada de teléfono (un teléfono que el mismo pintor retrató otra vez, hacía mucho mucho tiempo) pensando que debía ir veloz al lugar desde donde tal vez escapar de su triste vida… se perdió la visita del pintor –famoso- que vino a retratarle, y no le encontró, o tal vez sólo encontró su sombra y su recuerdo, (aunque quizás eso sea mucho más que el propio tipo en persona), y el pintor, después de marcharse, sin dejar de anotar en su memoria todo lo que había visto en aquél cuarto, para pintar más tarde su cuadro, se fue silbando aquella cancioncilla

“tenía tanto /que darte/ taantas cosas /
que contaarte /tania tanto amor…”

miércoles, 10 de septiembre de 2008

POR QUÉ TRIUNFA LA ESTUPIDEZ

La estupidez es contagiosa, mientras la inteligencia es intransferible

La estupidez tiende a extenderse, mientras la lucidez tiende a extinguirse

La estupidez es común, mientras que la lucidez es excepción

La estupidez tiende a triunfar, mientras que la lucidez es molesta y desaconsejable

La estupidez suele aportar felicidad, la lucidez suele aportar desdicha

La estupidez es duradera y constante, mientras que la lucidez es coyuntural y fugaz

La estupidez suele ser inasequible al desaliento, la lucidez tiende al desánimo y lo desesperado

La estupidez es sociable, la lucidez es esquiva

La estupidez se adapta bien a los tiempos presentes, la lucidez sólo se adapta al tiempo en su conjunto

La estupidez triunfa en el presente, la lucidez triunfa en el tiempo pasado

La estupidez suele revestirse de formas atractivas, la inteligencia suele despreciar las formas

La estupidez es popular, la inteligencia es desconfiable

La estupidez es certera y rotunda, la inteligencia es incierta y dubitativa

La estupidez es de fácil adaptación, la lucidez es inflexible a adaptaciones

La estupidez es asequible a un gran número, la lucidez es difícil e inaccesible

La estupidez es gregaria y sedentaria, la lucidez es nómada e individualista

La estupidez es rápida e impulsiva, la estupidez es lenta y reflexiva

La estupidez es ligera, superficial y frívola, la inteligencia es profunda y aburrida

La estupidez se adapta muy bien a los grupos, la lucidez no acaba de encajar en ningún lugar

La estupidez es elíptica y demagógica, la inteligencia es directa y seca

La estupidez engatusa a incautos, la inteligencia no engaña a nadie


“respecto a la debilidad del carácter humano, se comprueba muy bien desde el momento y en la medida en que éste depende por completo (o no) de los factores externos: si se triunfa en el medio, se vuelven arrogantes; si se fracasa sistemáticamente –aún sin saberse el porqué- se hunden en su autoestima. Pero… ¿cuántos resisten y resisten, ante el fracaso (o el éxito)?”

martes, 1 de julio de 2008

domingo, 20 de abril de 2008

jueves, 17 de abril de 2008

eres TONTO!!! (El "Tontolava")


Tontos, idiotas, imbéciles, gilipollas….

Sin entrar en los motivos de por qué en esta fecha y no otra se me ha ocurrido recopilarlos, dispongo a su gusto de ustedes una no exhaustiva clasificación de los tontos, estúpidos, gilipollas, bobos etc que, a la vista está, pueblan con tanta asiduidad nuestro muy querido planeta (para evitar disputas sexistas, vaya que en cada categoría quedan incluidos varones y mujeres). ahí van:

El tonto sin más: este es muy habitual y un poco soso, así que paso a describir la siguiente categoría “sin más”.

El tonto del culo: variante más elaborada y escatológica del anterior. El tonto del culo suena más contundente, y es muy útil para hacer énfasis en un tipo de estupidez detectada a nuestro alrededor y que nos irrita sobremanera. Se suele contraer la expresión. (Ej: “éste es tonto’l culo!”)

El tonto “los cojones”: más soez y masculina si cabe (que no cabe), aunque típicamente española, bien es cierto. Nadie sabe el origen de esta extraña expresión, más allá de que en España, existenpráctimente un tipo de expresión similar para cada palabra y/o taco del diccionario de la RAE. Ejemplo similar: el tonto “la polla”.

El/la que “si es más tonta no nace”: sin duda, mi favorito para catalogar a un abundante tipo de personas con las que nos encontramos a diario. El tipo de persona que te la juega de la manera más estúpida posible - muy frecuentemente sin darse ni cuenta, muy habitualmente cuando se está conduciendo- y pone infaliblemente en tu boca la expresión “hija, si eres más tonta no naces”, (eso cuando uno se muerde la lengua para no llamarle algo mucho peor). Hay que hacer constar que, viendo el nivel de estúpidos profundos que han nacido, debe de haber una cola de tontos de remate que no llegaron a nacer, muy digna de tenerse en cuenta.

El que es más tonto “que hecho de encargo”. Este es un tipo muy peculiar, y hay que decir que ralla cotas de estupidez, realmente muy muy elevadas. Si hicieran un tonto de encargo, sin duda les quedaría un tonto perfecto, pero éste supera sobradamente y por momentos esos niveles, en esas situaciones mágicas en que sale a relucir una finura en su estupidez y gilipollismo, que le hace ser un poco más tonto –aún- que si fuera hecho de encargo.

El que es gilipollas “directamente”: ojo. Aclaración muy importante: ser gilipollas-directamente, es completamente distinto de ser gilipollas-a-secas. Es una categoría distinta. El “gilipollas directamente” es un tipo como predeterminado de nacimiento a ser gilipollas toda su vida, y ya nada ni nadie podrá arreglar esto. Ej. Se ha dicho de López Garrido que es “gilipollas directamente."


El gilipollas “a secas”. Caso de tener que incluirme en una de estas categorías, cosa inevitable por otra parte, preferiría que se me incluyera en la de gilipollas “a secas”. Pues es este un nivel en el que, por poco que se intente (y se intenta), es fácil caer de vez en cuando (nuestra inevitable herencia humana nos condiciona a actuar cada cierto tiempo en la vida como “auténticos gilipollas” (categoría distinta, por cierto))

El/la que es gilipollas “y en su casa no lo saben”. Esta es una de mis categorías favoritas, pues denota un grado de estupidez difícil de igualar, y que además parece inofensiva y no se muestra claramente al exterior, lo cuál la convierte en mucho más peligrosa cuando esa estupidez sale a borbotones. El hecho de que “en su casa no lo sepan” le da el matiz característico y sustancioso a la cuestión.
Ej: sobre la ministra Magdalena Álvarez alguien le dijo en cierta ocasión “esta es más tonta que hecha-encargo”, a lo que otro alguien respondió: “perdona, no estoy de acuerdo; yo creo que lo que le pasa en realidad, es que es tonta “y en su casa no lo saben”

El “imbécil integral”. El pobre del imbécil integral, hay que decirlo, no tiene escapatoria para su estupidez. Todo él es imbécil en sí mismo, y por tanto, aunque quisiera, no podría escapar de la estulticia, pues como su propio nombre lo dice, no hay parte de su cuerpo descontaminada o ajena a ese mal que afecta a todo su ser. Conviene pues, guardar un poco de consideración al imbécil integral, pues como suele decirse en jerga futbolera “él no quería”. Habitualmente, el imbécil integral no suele enterarse de su propia imbecilidad, y se considera “guay”. (Échese un vistazo por la blogosfera para encontrar ejemplos)

El imbécil redomado. No, se han equivocado en sus presunciones: el imbécil redomado no es una variante del imbécil integral, sino que más bien es un tipo de imbécil al que hay que dejar por imposible, pues ya se le intentó domar una vez, incluso dos, para traerlo de vuelta a la normalidad, pero él se negó y resistió, como si se tratase de un caballo salvaje. En este caso podríamos decir también que es un imbécil-salvaje, o un indomable imbécil.

(esto mismo se dijo del mecánico del Challenger, a quién se oyó exclamar instantes después de la explosión de la nave “…coño, a ver si aquél tornillito de nada sí iba a ser importante…”)

El “tonto y medio”. Este es otro de mis favoritos. Si te dicen “tú eres tonto, y medio”, es que vas muy mal, chaval. Es difícil ser algo más que tonto, pero los tonto-y-medio lo consiguen. Es como la cuadratura del círculo de la estupidez. El “más difícil todavía” de la imbecilidad. ¿Creías que ser tonto a secas ya era malo? Pues atiende: ser tonto y medio, es aún peor.

El “subnormal profundo”. Ahora que la palabra subnormal ha perdido su matiz descriptivo, ya que no es correcta políticamente para describir a lo incapacitados mentales, ahora ya la podemos usar a gusto los que requiríamos insistentemente de ella para describir situaciones y personas que de vez en cuando (perdón, quería decir “habitualmente”) circulan a nuestro alrededor. La subnormal, y el subnormal-profundo (variante de la anterior), son especies habituales que sólo precisan de la situación y el lugar oportunos para salir a la luz.
Ejemplo: ponga usted el que desee.

El “tonto-lava”.
“Kuando un tonto se cae a un bolcan en plena erupcion y se keda hay para siempre” (sic)

Con ésta simpática categoría y definición (encontrada literalmente en Internet) cierro este repaso por hoy, sin saber muy bien si tonto-lava se escribe con b o con v. En todo caso es un tipo de tonto un poco conmovedor, que puede caer hasta simpático, y hay que decir que esta expresión se usa a menudo mientras se da un capón (afectivo o no) al interfecto, y viene a significar algo parecido a decirle “tontorrón”.

...Ojala todos los imbéciles de España fueran simples “tontolavas”.

…y hay muchas más, así que les invito a completar con las quese les vengan a la mente (eso sí, sin faltar)

miércoles, 2 de abril de 2008

próximamente... LOST in MADRID

"LOST IN THE NIGHT"
Yo tenía un amigo al que le pasaba una cosa muy curiosa: mientras para el resto de personas pasaban dos días por ejemplo, para él era sólo como si pasara un solo día: por lo tanto, envejecía la mitad que el resto. Pero esto no tiene nada que ver con la historia que de él iba a contar, así que vamos con ello.

…Pues la historia es que un día –un mediodía- mi amigo quedó con la chica con la que salía por aquél entonces, que se llamaba Steffi por cierto, en un banco de un parque, cerca del lugar en el que trabajaba, a eso de la hora de comer. …Cuando pasaba media hora del momento convenido, y más aún cuando pasaban unos 40 minutos, mi amigo, que se llamaba Ricardo, comprendió que Steffi no iba a venir. Así que se levantó del banco del parque –junto a una avenida- en el que habían quedado, y se echó a andar. Había caído un rato antes en que se había dejado su móvil en la oficina, lo que le hizo pensar tal vez que la chica hubiera anulado la cita y él no se hubiera podido enterar, así que, como digo, simplemente se echó a andar…

…Habían quedado para ir a comer, pero Ricardo pensó que no tenía hambre, así que caminó: fue a mirar a la fuente en el interior del parque, donde a veces Steffi iba a comer, pero no la vió: luego echó un vistazo en el bar de Férez, que era donde a veces iban a comer –y pensaban ir ese día- pero tampoco estaba allí. Así que siguió caminando.

Al principio miraba la cara de la gente y las parejas que se cruzaba bajando todo a lo largo de la avenida, por ver si podía ver a su chica; pero luego poco a poco se fue convenciendo de que aquello era absurdo. Al rato, volvió a pasar por el banco junto al parque en el que habían quedado, pero sólo encontró allí una pareja que le era completamente ajena, y que se hacía carantoñas, y justo al pasar él por su lado se besaron. Luego se internó en el parque.

…Ricardo se dio cuenta aquél día que ese parque era mucho más profundo de lo que él pensaba: traspasó de nuevo la glorieta donde a veces comía Steffi –ella seguía sin estar, pero sí otra gente que le era completamente desconocida- e hizo volar –sin querer- unas palomas que comían de las migas que la cercana gente dejaba en el suelo. Luego bajó por paseos arbolados entre luces y sombras, mientras arriba en el cielo, nubes blancas refulgían en el medio de un cielo completamente primaveral y azulado. “La primavera llama a la puerta” le había oído a alguien en la oficina ese mismo día (o tal vez en la radio), y aquello del cielo que miraba, le hizo recordarlo por un momento. Y empezó a silbar –mentalmente tal vez- una melodía de una canción que se le había quedado, que hacía como un punteo de una guitarra, como una cosa así: “tin-ti-titi-ti-ti-tin …tin, tin-ti-titi-ti-ti-tin …tin”… bueno. No sabría reproducirlo exactamente.

…Luego descubrió que no se había olvidado el móvil, sino que lo llevaba en el bolsillo de atrás… Lo sacó mientras seguía caminando, y comprobó que no había ninguna llamada ni mensaje. Al poco se detuvo, y miró con atención, parado en un paseo del parque, a su móvil abierto, buscando en los mensajes o en la pantalla principal, como acostumbraba a hacer a veces, escudriñando en su móvil –medio haciéndose el interesante- sin que frecuentemente encontrara ninguna llamada perdida ni mensaje, ni requerimiento –en contra de lo que solía percibir en otras personas con las que tenía que trabajar o tratar-. Esto solía hacerlo con el ceño fruncido.

Era cierto: la primavera estaba llamando a las puertas… Como todos los años (...)

lunes, 10 de marzo de 2008

una historia de kippel (I)

Voy a contar una historia, la historia de “un amigo mío” que, para la ocasión, diremos que se llamaba “Luis”. Aunque desde luego, Luis no era su nombre auténtico.

…Luis nos venía preocupando a los amigos desde hacía un tiempo porque, con una frecuencia cada vez mayor, había venido dejando de frecuentarnos, de quedar con nosotros, apenas incluso de salir a la calle. Un día, inconfundiblemente, llegamos al fin a una determinación sobre él: a Luis le ocurría algo en su casa.

Todo lo que a continuación contaré, lo sé (ahora puedo decirlo) porque Luis, en un esfuerzo ímprobo y final, acertó a escribir y mandarme a mí –tal vez su mejor amigo por aquél entonces- un mail explicándome de forma detallada la espantosa experiencia que le habría de llevar a un no menos espantoso final –que ahora yo adivino- según luego y a posteriori yo mismo he llegado a colegir…

Luis tenía en esa época, me decía al principio del mail, en particular, su escritorio repleto de proyectos empezados y sin acabar… Siempre arrancaba con la misma ilusión: con empuje, con determinación… pero siempre llegaba a un grado en que se bloqueaba y… el proyecto se quedaba ahí. Era, me decía, como tener “un agujero negro constantemente a tu lado, u oculto en un rincón de la cocina”. Y Los proyectos inacabados, (esos remordimientos de conciencia amenazantes), las obligaciones incumplidas tiempo atrás –que se acumulaban la una sobre la otra como objetos depositados al azar-, todo eso, atormentaba a Luis, según me contaba entonces.

…A su casa, también llegaban y llegaban esas notas de aviso urgente, que te dicen que vas a recibir un gran premio llamando a un cierto número, al cuál Pedro llamaba y llamaba y nunca nadie respondía, por lo que las notas se acumulaban sin salida en su escritorio….
Igualmente se acumulaban en parecido lugar, los periódicos de días pasados de fecha,… etc,etc

Todo eso junto, y muchas más cosas que poblaban su cabeza como nubes -algo que le hacía olvidar lo que había vivido, y le hacía recordar un montón de experiencias por las que él nunca había pasado (o ensoñar, más bien)- llegó un día en el que, de alguna forma, implosionó en su cuarto, en su casa entera –en su interior tal vez- (y digo implosionió, porque fue una explosión como hacia dentro, ya que externamente, de una forma significativa, el cambio no se llegó a notar demasiado) de una forma que, como él sólo podría adivinar algún tiempo después, hizo que todo aquél desorden superara un punto de no retorno, por el cuál ya nunca podría volverse del todo a su lugar.

Poco a poco, empezó a sentir cómo su escritorio, su cuarto… y luego paso a paso su casa entera, se iba llenando de un desorden que al principio sólo le asustaba, pero que pronto comprendió que ya no podía controlar. Iba creciendo como por impulso propio, como si el desorden tuviera vida, e iba llenando de cosas descolocadas o simplemente acumuladas una encima de otra, los pocos huecos que quedaban aún vacíos en su mesa, las hasta entonces semiordenadas estanterías, incluso el suelo, las sillas… en pilas de libros, de objetos intercalados, de periódicos pasados de fecha… algo que simplemente ya no podía soportar.

Pero lo que más aterrorizaba a Luis era otra circunstancia en realidad: la sensación de que ese desorden incontrolable, ese kippel, ese maremagno de bultos y objetos deslabazados, había llegado no ya a las puertas de su entorno, de su hábitat fisico, de su medio de subsistencia, sino que se había instalado también en su mente, dentro de su propia vida, en el mismísimo interior de –si es que eso era posible- su propia cabeza…

Tuvo la sensación de que los conceptos que había aprendido a lo largo de su vida, los libros leídos, las enseñanzas, la información de los medios, prensa, tv… todo eso se descolocaba y trastocaba en su cabeza, crecía y crecía con él en el medio… en algún momento algo se había torcido en su proceso natural, y él ya no era capaz de poder, al mismo tiempo, recolocarlo, y además atender a todo lo otro que simultáneamente derivaba hacia el olvido o el alejamiento imparable y eterno….
Y ordenar los recuerdos era algo que, en particular, le obsesionaba.

Se preguntó si en algún momento, en su propia mesa, en su cuarto (en su cabeza) se había producido un big bang (sin él darse cuenta) y ahora todo tendía hacia un alejamiento progresivo de los objetos entre sí.

Vasos usados de café apilados… guías urbanas usadas tiempo atrás, una cinta de carrocero, un libro que ni si quiera había leído…, lapiceros y bolígrafos cuya posición por la mesa no podía controlar ni determinar… El Principio de Indeterminación de Heisenberg, transmutado, reinaba en su mesa: no era posible determinar, de un objeto, su posición y su identidad al mismo tiempo que su velocidad de desintegración y abandono…

Recordaba vagamente las cosas que había apuntado como importantes para hacer en algún papel, y ahora intentaba recordar dónde estaba el papel en donde había apuntado cuáles eran los papeles que tenía que encontrar, en los cuáles había apuntado las cosas importantes a hacer… Y luego estaban las obligaciones cotidianas: el despertarse le sorprendía tarde, el desayuno le cogía a trashora, con todos los cacharros del día anterior (de los días anteriores) sucios y descolocados sobre el mostrador de la cocina y la mesa… las obligaciones diarias (que ya había abandonado) le cogían por sorpresa, pensaba que si salía a la calle a cumplirlas, al volver el desorden sería todavía peor… Luego, por las noches, siempre le sorprendía la hora demasiado avanzada para cenar, y para acostarse en condiciones de levantarse al día siguiente, y aunque siempre se decía que habría de hacer un esfuerzo, un esfuerzo para adelantar el horario de toda su vida, y moverlo hacia atrás de tal manera que fuera posible cogerlo todo un poco antes (aunque sólo fuera media hora) y que le diera tiempo a cumplir con todas las cosas… la verdad es que nunca era capaz. Siempre le llegaba la una de la noche, y no encontraba la manera de buscar el camino hacia la cama. Para él, según pensó un día, era como si el embrague, el engranaje del tiempo, hubiera patinado, se hubiera desencajado en un momento dado, y ya todo después se encontrase trastocado y desplazado del momento y lugar que debería corresponderle en realidad…

una hª de kippel II. El principio de indeterminación de Heisenberg

Era como si todo fuera un proceso, un procedimiento en el que en realidad, en lugar de que todo funcionase de una forma regular y cotidiana, cada día igual y a la misma velocidad, las cosas y acontecimientos se iban precipitando con una aceleración, un incremento de la velocidad lento pero constante, que lo fuera precipitando todo, de una forma implacable, hacia un final, hacia una conclusión (final que sin embargo no acababa de llegar nunca…)

Pues bien. Todo el mundo quiere el final de una historia, sin embargo. Si yo dejara aquí esta historia, si la abandonara a su suerte sin contar nada más sobre Luis, sobre qué le pasó al final, sobre en qué derivó su abrumada vida... a parte de que no gustaría a nadie, pues todo el mundo que lee o escucha una historia siempre quiere o necesita conocer el final de la misma, a parte de eso, digo, sucedería con ella que igualmente derivaría hacia un desorden general, hacia la nada, la intrascendencia, quedaría desatada, inconclusa, incompleta, sin sentido… y eso no lo podemos permitir. Así pues, inventaremos un final, una conclusión para esta historia del kippel, que la cierre, y de paso la haga admisible como leyenda urbana:

El desorden, el kippel, como contaba, había pues arrinconado, abrumado a Luis, hasta dejarlo en un estado cercano a la postración total. Pues como venía diciendo, esa lucha constante contra el crecimiento del desorden y lo inútil e inservible a su alrededor, lo iba venciendo cada día, le hacía estar, al contrario de lo que él desease, más retrasado en sus quehaceres, más abrumado por todo que era nada, y sobretodo, más mortalmente cansado cada vez, pues la lucha contra el kippel lo fatigaba de un forma progresiva y difícil de definir: ya que esa lucha en realidad no era física, no suponía por su parte hacer un gran esfuerzo físico, sino que más bien era mental –el kippel, como ya dije, había alcanzado su mente- y aunque apenas podía hacer nada en todo el día de tipo material, sólo el plantearse cómo había empeorado todo desde el día anterior, por dónde habría de empezar, qué cosa urgente habría que atacar primero, en qué forma se le escapaban las horas, pensar en todo eso como digo lo fatigaba hasta límites insospechados. Era pues, una fatiga emocional. (Incluso un día había experimentado cómo, en un momento de inspiración por su parte, en que se había arrancado y había conseguido ordenar (volver momentáneamente a un estado de equilibrio) una parte considerable del salón pudo comprobar con respecto a sí mismo que, pese a haberse pasado horas y horas –incluso de la noche- trabajando y ordenando sin parar, no se encontraba apenas cansado, o al menos mucho menos que en un día normal).

Pero sin embargo, como decía, por lo general el desorden y el kippel lo venían venciendo, y así Luis se encontró un día, que se hallaba casi por completo postrado, tumbado en su cama ya a altas horas de la mañana (cama que había llevado a su propio cuarto, por ver si así podría, estando más cerca, ejercer su titánica tarea de forma más efectiva –esto de ser efectivo curiosamente le obsesionaba-) incapaz de levantarse por otro día más y volver a su torpe porfiar cotidiano. Aquél día Luis pudo levantarse al fin, y moverse hasta la silla de su escritorio. Y en aquella ocasión –como en otras antes, pero no tanto- estuvo quieto tanto tiempo en su silla, intentando observar todo lo que se le avecinaba en cuanto a cosas que hacer, dispuestas sobre su escritorio o en la memoria de su caótico ordenador… estuvo quieto tanto tiempo –como digo- mitad postrado de lo abrumado y cansado, mitad intentando organizarlo todo mentalmente… que al cabo de muchas, muchas horas, pudo observar algo curioso. Sin comer, sin dormir en todo el día, -penetrando en un estado de la conciencia cercano al de la alucinación, es cierto-, comenzó a percibir, a intervalos muy largos de tiempo, cómo todas aquellas cosas desordenadas, aquellos objetos inútiles, cartas sin abrir, libros pendientes de leer (o al menos algunos de ellos) …se estaban moviendo, de una forma… muy muy lenta. Se intentó fijar un poco más, y pudo observar –o creyó poder hacerlo- cómo unas patitas muy muy finas, y muy pequeñas se movían en la base de los objetos, papeles, y conceptos (cuando leía esta parte en el póstumo mail de Angel, no pude sino estremecerme), una especie de finísimos filamentos, que los hacían desplazarse y derivar, a una velocidad incalculablemente lenta. Los objetos, o bien tenían patas propias que los movían y los hacían desordenarse, descolocarse, captar polvo, todo por sí mismos –concluía hacia sí mismo Luis- …o bien estaban habitados, tenían vida propia, o más bien los habitaban unos diminutos –y muy lentos, y maliciosos- seres, invisibles a los humanos –casi- y definitivamente enfrentados a ellos, que los hacían descolocarse, vagar, ponerse por el medio... tender al caos. Luis, por algún tiempo, sintió que había llegado al fin, y después de un penoso y largo camino de sufrimiento, a un gran descubrimiento científico al fin… ¿podría comunicárselo al mundo? Es por ello que en un esfuerzo final, me escribió este mail a mí. Sin embargo… en sus últimas líneas, comenzaba a narrarme –sin llegar a acabarlo nunca- cómo empezó a descubrir como, después de mucho tiempo sin apenas poder moverse, cercado por los objetos y los recuerdos de obligaciones pasadas, de la publicidad que seguía introduciendo el cartero por el buzón, después de tanto tiempo comportándose como un objeto al fin, …, descubrió los pequeños seres de filamentos, surgiendo de sus mismas ropas, de su misma piel…. y de ahí yo ya hube de imaginarme el final.

“Cuando se está en el borde de lo puro y auténtico, cualquier mínima pérdida, olvido o lapsus, significa una tragedia de gigantescas proporciones”
Era el tipo de proceso en el cuál, silo observas en un punto intermedio, y no cogiéndolo desde el principio, resulta imposible llegar a comprenderlo.

jueves, 6 de marzo de 2008

tienes qué hacer algo peor el domingo? yo tampoco

CARTA APÓCRIFA ENCONTRADA, EN RESPUESTA A UNO DE LOS MAILS ELECTORALISTAS DEL TIPO "PÁSALO"

Anda, díle de mi parte al "cervantes" que ha escrito este panfleto, que gracias pero que ya he visto suficientes pelis hoy. Una de ellas del Oeste, para ser precisos.

Por cierto, que el nota se hace pasar por jovencito, pero no baja de los 50, que te lo digo yo, y por bien cierto tengo tb que ficha a diario en Ferraz. Vamos, que sólo le ha faltado poner "mañana, ve a votar al PSOE, que "mola mazo", colega".

Será posible, añado, que nadie, de tan buen rollo y tanto colegueo, me mande ningún mail a lo largo de estos días diciéndome qué es lo que tengo que hacer el día 9, y de paso qué es lo que me conviene a mí y al país entero? Podré discernir yo solito, entre el PP, el PSOE, el partido de las madres unidas o los regionalistas de mi pueblo? Y sobretodo, y lo que es más importante, por qué si son tan listos no pueden decirme -ya puestos- que signo le pongo al Levante-Osasuna, y así de paso a lo peor me llevo una de 15?

Anda, y de paso se lo digo a todos los "mailero-panfleteros" que me llenan el buzón de consignas estos días, os pido por favor que no me recoméndeis qué es lo mejor para mí y de paso qué es lo que debo hacer, que por suerte en mi casa ya hace unos años que me enseñaron a tomar mis propias decisiones, como para que me venga un nota camuflado que ni firma y ni conozco (y ruego al altísimo que no lo llegue a conocer nunca, o no respondo de mí), que dice velar por el interés común -engañando a los incautos, cdo en realidad sólo está velando por su interés y el de su partido, y el del carguito bien pagado que le darán si todo sale bien- a decirme qué, cuando y como debo hacer lo que me conviene y lo que es "guay" . Así que, si mañana quiero ir a votar al PP, como si quiero ir a votar a IU o al PSD (partido social demócrata para más señas) o a la madre que lo parió, como si no quiero votar a ninguno y me quiero quedar en mi puta casa -que va a ser lo que voy a hacer- que no me vengan a tocar los huevos por anticipado, podrá ser?

Y todo esto sin entrar en el contenido del "texto" (creo que llamarlo así es un insulto a la palabra texto), porque es que si entro ya.. me subo por las paredes.

Podrás transmitirle este mensaje al anterior en la cadena que te lo envió (para que aí tal vez acabe por llegarle al "autor")?
Se lo dirás? seguro que sí, guapa.

gracias

PD: Por cierto, si ese tío del mail es tan colega mío y mira tanto por mí, me dejará dinero si se lo pido?

lunes, 4 de febrero de 2008

Le has puesto alguna vez banda sonora a tu vida?

No sé la vuestra, pero mi vida ha estado y está marcada por el cine. Más de una vez me he imaginado como el personaje de una película, buscando la palabra perfecta para cada momento, imaginando que despues del dolor o el placer vendría un fundido a negro que retuviera para siempre esas escenas. Muchas veces he pensado que sería mejor si alguien escribiera mis frases. Hablando de frases, una vez leí una, en algún lugar que no recuerdo, que resume lo que quiero decir: "La vida es una película donde se muere de verdad".

P. Moro

martes, 22 de enero de 2008

jueves, 3 de enero de 2008