jueves, 11 de septiembre de 2008

UN CUADRO


El tipo que no está en este cuadro, y al que seguramente nunca conoció el pintor (igual que yo nunca llegué a conocer a Juan Gris) salió de su triste cuarto de pensión aquél día, olvidando su sombrero sobre la mesa (o eso creo).

Salió apresurado y olvidó el sombrero, porque alguien le había llamado de algún sitio, al que tenía que ir urgentemente por ver si así tal vez, al fin, pudiera encontrar una salida a su Gris vida. Salió apresurado, y olvidó el triste sombreo, sobre la triste mesa, la cuál, además, era el único mobiliario, junto a una descacharrada cama, que albergaba en su triste cuarto de pensión…

Y sin embargo, él sentía que, en el minúsculo cuarto de pensión de su propio interior, apenas tenía muebles tampoco, más allá de una triste mesa y una descacharrada cama donde a veces (pocas) descansaba su maltrecha conciencia. Y había días, que sentía que su minúsculo cuarto interior, era como una casa de la que alguien había dejado abiertas las puertas y las ventanas (en un día de viento)…

El tipo que salió apresurado de su minúsculo cuarto, justo aquél preciso día en que un pintor, que nunca llegó a conocer, se decidió a ir a buscarlo para –de alguna forma- retratarlo en aquél lugar, tampoco aquél día se acordó de abrir la persiana, y así aquella persiana, como casi siempre, permaneció entornada, dejando pasar sólo leves franjas de tenue luz desde el exterior. Un exterior que el tipo, aquél a quien aquél día decidió retratar el pintor, nunca podía apenas si intuir, tras de las entornadas persianas.

Y así igual el tipo, en su interior, dejaba entornadas las persianas de sus ojos, porque siempre temía que lo que pudiera ver en el exterior, de una forma plena, su maltrecho corazón, apenas lo pudiera soportar.
(por cierto, el pintor pintó otra vez una ventana de un cuarto diferente, un cuarto con la ventana abierta, y la vista de un lejano mar, el cuarto que el tipo había habitado en su muy lejana juventud)

Y salió tan corriendo aquél día, que se dejó olvidado sobre la pobre mesa el periódico, una edición de El Socialista –aunque él no era socialista- aunque pensándolo mejor, era más bien una edición pasada de un periódico viejo, que el tipo nunca había leído… pero tampoco se había atrevido a tirar

Y así el tipo, que salió apresurado tras una llamada de teléfono (un teléfono que el mismo pintor retrató otra vez, hacía mucho mucho tiempo) pensando que debía ir veloz al lugar desde donde tal vez escapar de su triste vida… se perdió la visita del pintor –famoso- que vino a retratarle, y no le encontró, o tal vez sólo encontró su sombra y su recuerdo, (aunque quizás eso sea mucho más que el propio tipo en persona), y el pintor, después de marcharse, sin dejar de anotar en su memoria todo lo que había visto en aquél cuarto, para pintar más tarde su cuadro, se fue silbando aquella cancioncilla

“tenía tanto /que darte/ taantas cosas /
que contaarte /tania tanto amor…”

miércoles, 10 de septiembre de 2008

POR QUÉ TRIUNFA LA ESTUPIDEZ

La estupidez es contagiosa, mientras la inteligencia es intransferible

La estupidez tiende a extenderse, mientras la lucidez tiende a extinguirse

La estupidez es común, mientras que la lucidez es excepción

La estupidez tiende a triunfar, mientras que la lucidez es molesta y desaconsejable

La estupidez suele aportar felicidad, la lucidez suele aportar desdicha

La estupidez es duradera y constante, mientras que la lucidez es coyuntural y fugaz

La estupidez suele ser inasequible al desaliento, la lucidez tiende al desánimo y lo desesperado

La estupidez es sociable, la lucidez es esquiva

La estupidez se adapta bien a los tiempos presentes, la lucidez sólo se adapta al tiempo en su conjunto

La estupidez triunfa en el presente, la lucidez triunfa en el tiempo pasado

La estupidez suele revestirse de formas atractivas, la inteligencia suele despreciar las formas

La estupidez es popular, la inteligencia es desconfiable

La estupidez es certera y rotunda, la inteligencia es incierta y dubitativa

La estupidez es de fácil adaptación, la lucidez es inflexible a adaptaciones

La estupidez es asequible a un gran número, la lucidez es difícil e inaccesible

La estupidez es gregaria y sedentaria, la lucidez es nómada e individualista

La estupidez es rápida e impulsiva, la estupidez es lenta y reflexiva

La estupidez es ligera, superficial y frívola, la inteligencia es profunda y aburrida

La estupidez se adapta muy bien a los grupos, la lucidez no acaba de encajar en ningún lugar

La estupidez es elíptica y demagógica, la inteligencia es directa y seca

La estupidez engatusa a incautos, la inteligencia no engaña a nadie


“respecto a la debilidad del carácter humano, se comprueba muy bien desde el momento y en la medida en que éste depende por completo (o no) de los factores externos: si se triunfa en el medio, se vuelven arrogantes; si se fracasa sistemáticamente –aún sin saberse el porqué- se hunden en su autoestima. Pero… ¿cuántos resisten y resisten, ante el fracaso (o el éxito)?”