sábado, 24 de enero de 2009

UN MAL DÍA (III)


A eso de las 2 o 2 y cuarto –o así- me senté al fin en un banco del parque, cerca de la mencionada ‘rotonda secreta’, por si Carla aparecía. Pero Carla no aparecía. …A veces -por cierto- que me gusta observar a la gente, e inmediatamente se me viene el compararles con algún animal –porque realmente no me creo demasiado esas historias que nos consideran a los humanos como seres especiales, dueños de su destino, y todas esas chorradas…-. Miro a tal o cuál persona, y si me abstraigo lo suficiente de la conversación –lo cuál no me resulta difícil- me sobrecoge la impresión de estar hablando con un búho que abre mucho los ojos, o que tal chica que se enrosca los cabellos en el dedo mientras conversa, fuera una suerte de perrita presumida de esas que llevan cursimente algunas señoras por la calle…

…Así que estaba sentado en aquél banco a mediodía, con el sol dándome a intervalos en la cara, y me puse a observar a un grupo de chavalotes reunidos allí cerca, con lo que inevitablemente se me pasó por la cabeza la imagen de esas “pandillas” de animales jóvenes que, dentro de la jerarquía de su grupo, juegan y se provocan de una forma algo inconsciente, con la finalidad –tal vez desconocida para ellos- de ir desarrollando sus aún torpes habilidades, y de paso atraer de forma tosca e ingenua a las hembras jóvenes que merodeen cerca. Un grupo de hembras jóvenes de humano merodeaban cerca de allí, y no evité el observar como indiscretamente lanzaban sus miradas, sentadas en un banco mientras tal vez enredaban sus cabellos en los dedos, u otras veces quizá hablaban entre ellas –no llegaba a oírlas- ensimismadas (si eso es posible) sobre sus graves problemas de adolescencia, del chico x que es un cabrón, o del padre “y” que les está amargando la existencia, etc. (imaginé). Saqué mi sándwich porque la hora se iba pasando definitivamente, y se me pasó por la cabeza que, inevitablemente, esas chicas tenderían a elegir al tipo que consideren el macho dominante –osea, el más chulo y cabrón de todos- en la medida de sus posibilidades, igual que hacían sus tatata…rabuelas-mono hará unos 2.000.000 de años, …, y las que sean menos hembra-dominante irán viendo pasar la vida y las oportunidades hasta que tengan que aferrarse al macho “y” que haya quedado libre… …Esas ideas absurdas se me pasaban por la cabeza mientras terminaba mi escueto ‘sándwich doble’…

Después de un rato de estar así, cuando había acabado el sándwich, con el viento y el poco solecito de entonces dándome en la cara, encontré que el banco no era tan mal lugar para estar… lo empezaba a encontrar cómodo. Y me tumbé. …Me había empezado a distraer de los gritos a intervalos histéricos de las chavalas, y de las risotadas de los chavales, y oía vagamente a niños jugando en otra parte del parque, cuando cerré los ojos…

“…Había entrado en una zona del parque que me era extrañamente familiar, pero a la vez no era exactamente conocida. Era una zona remota, más aún de adónde había llegado por la mañana, tras de una verja metálica negra y con muchas hojas por el suelo… Brillaba el sol entre nubes, y observé de pronto que era una zona al parecer utilizada por muchos de los gatos del parque para dormir sus siestas. “Dios, cómo me gusta a mí, igual que a ellos, la siesta. Qué bien sienta’ –pensé. ‘Estos animales son muy listos. Saben lo que es vida’. Sin embargo caí en que era raro, porque me parecía que era una hora algo así como del mediodía…

Algo más lejos, había un gato muy particular, muy rubio, completamente enroscado entre unas hojas, y tras de otra verja a su vez. Estaba allí expuesto, parecía, como para que lo viera la gente. Así que me acerqué y lo miré. ‘¡Ey!’ le dije, para que se moviera o hiciera algo, porque me parecía lo propio. Ante mi sorpresa, al poco, como consciente de que seguía yo allí expectante y no me iba, me habló:

- …No, si ya sabía yo que no tardarían en volver a dar la pajarraca…
- ¡Vaya! ¿Puedes hablar?
- …No hay manera de echarse la siesta ‘matutina’ sin que cada poco venga uno a darla…
- Je, ¿puedes hablar, o es que tal vez soy yo el que te leo los pensamientos?
- …No sé, tú sabrás. Respóndete tú mismo- me dijo, sin perder su postura extrañamente enroscada, con la cabeza inclinada hacia atrás y arriba, con lo que sólo le veía los colmillos y levemente las pupilas- ¿…no decías hace un rato que los hombres te parecen animales, y tal vez los animales se comportan a veces como humanos?
- …No, eso último no lo había dicho. …Pero es cierto que a veces lo pienso…
- Bueno, bueno… Ay, por dios…
- Debo de estar soñando, porque esta escena… no sé si la he visto en alguna película…
- …Tú sabrás…
- Oye… ¿qué especie de gato eres? Pareces uno muy grande... y raro. No había visto nunca uno igual.
- …Soy un león… y te voy a comer: ¡groar! –y movió levemente la cabeza, como intentando impresionar, pero sin perder para nada en definitiva el aire perezoso.
- Ja, ja… Vaya… me recuerdas mucho a un gato que conozco, ¿sabes? Uno que viene por mi casa y le damos de comer. Eres clavado clavado, así tan rubio y con esa cara redonda.
- ¿Ah sí? Vaya, qué ilusión
- …Oye, haz algo. Si estás aquí expuesto, será para que te veamos, y porque puedes hacer algo especial, ¿no?
- Sí hombre, ahora. No le parece suficiente con interrumpirme mi siesta, mi sagrada siesta de media mañana, sino que además viene a exigirme que le haga monerías…
- Vamos, gato. Algo harás. No tengo mucho tiempo, he de irme pronto a entregar una cosa y…
- volvió súbitamente la cabeza y miró con sus ojos grandes y redondos -¿…no te parece suficiente con hablar?”

Un golpe de aire me despertó y me sentí agitado (en el banco). Me incorporé, viendo las blancas nubes moverse aún en el cielo lentamente, y al incorporarme observé a un tipo con gafas de sol girarse aún borrosamente no muy lejos, como marchándose. Me volví a mirar y el grupo de chicos ya se había ido, pero aún quedaban un par de chavalas hablando animadamente en su banco. Serían algo así como las tres de la tarde. Me sentí por primera vez realmente cansado, y profundamente somnoliento…

miércoles, 21 de enero de 2009

Nightswimming (y II)


(...)
Al poco me fijé que había un chaval sentado, algo delante de mí, en el talud de pradera que caía sobre la zona de el ‘acto’. Como yo, se mantenía distante, y parecía hacerlo adrede, con algún motivo,… el no estar del todo inmiscuido entre la otra gente y el público, sino que... semejaba estar a una distancia,…, con la distancia suficiente como para poder verlo todo, pero no poder decirse que estaba dentro. Era uno de estos chavales sudamericanos, morenito, y llevaba puesta una camiseta del Atleti. Con sus dos manos agarraba un balón.


- Estos actos es mejor verlos desde la retaguardia… ¿verdad? –le dije. Me miró como sin comprender, y volvió la cabeza de nuevo hacia el acto. Estaba más atento de lo que creía.


- ¿Qué… qué es? ¿Sabes… qué celebran?
- Es el día del soldado caído.
- ¿Ah sí? Vaya… ¿de qué país?
- …Del Ecuador–dijo, con una rotundidad y orgullo que me resultaron chocantes, para un niño de su edad.
- Y qué, viniste invitado, pero te has escabullido un rato… ¿verdad?
- …Prefería mantenerme algo alejado al final… señor.


Lo de ‘señor’ me sorprendió. No me consideraba a mí mismo ni mucho menos un señor, al menos hasta esta tarde. Me senté a su lado, aunque no demasiado cerca.


- …La música es bonita… ¿es una marcha militar, o algo así?
- Es la marcha del día de los caídos, en mi patria.
- ¿…Y tú por qué estás aquí? ¿Te invitaron?
- Mi papá fue uno de los caídos.
- Vaya. Lo-lo siento. Lo siento… de verdad.


Miré el balón por un segundo, y sentí como que mis problemas eran ridículos. Yo mismo, con mis preocupaciones a cuestas, con aquella facha en el parque, preguntándole eso al chaval, me sentí un poco ridículo.


- ¿Te… te gusta el fútbol? Yo también soy del Atleti, ¿sabes?
- Pues… no.
- ¿No te gusta?
- …Que no sabía que fuera del Atleti.
- ¡…Ah!


Había cogido con mis brazos mi rodilla plegada, y miraba complacido pese a todo el espectáculo abajo. Me sentía un poco como en la última fila, de cuando estaba en las clases del cole.


- A ver… ¿se sabe la alineación?-me sorprendió.
- Cuál, ¿la de ahora?
- ¡Claro!
- Uy… yo me las sabía antes… ahora ya me he quedado un poco desfasado. …Futre ya no juega, ¿no? –le dije por provocar.
- ¡Claro que no! ¡Hará… diez años por lo menos que no juega!
- ¿Lo ves? Te lo dije, que me había quedado desfasado.
- Ahora juega Agüero…
- Ah sí, ese es un buen chaval. Pero no tan bueno como era Futre, te lo puedo asegurar…
- ¿…No? ¡Seguro!
- ¿…Te la sabes tú?
- El qué.
- La Alineación.
- Sí
- A ver.
- Leo Franco. –empezó- Perea, Luis, Pablo… -y así siguió, diciéndola toda de carrerilla.
- ¡…Muy bien!
(…)


- Oye, y sigues al Atleti desde que viniste,… o ya eras seguidor en tu país.
- No. Yo allí seguía a un equipo de allí…
- ¿Sí? A cuál.
- Al Barcelona.
- ¿Al Barcelona? ¡Jaja! ¡El Barcelona es de aquí!
- ¡El Barcelona de Guayaquil!
- ¡Ah! Ya, ya… ¡Lo sabía! Lo sabía, sí, claro, lo que pasa es que bromeaba…
- ¡Sí, claro! Jaja...


- …Oye, y dime una cosa… ¿por qué te hiciste del Atleti?
- ¿…Por qué?
- Sí. ¿No te gustaba más el Madrid? El Real Madrid. Suele ser un equipo más conocido, gana más trofeos… no sé.
- Pues… no sé. Mi papá me dijo que me hiciera del Atleti…
- ¿…Tu papá vivió aquí?
- Sí.
- ¿Y luego se fue?
- Sí. …Luego tuvo que irse.


...Abajo en el acto, una cierta autoridad, que me sonaba del Gobierno Regional o algo por el estilo, andaba leyendo un… incierto manifiesto, dando ciertas gracias a los presentes, loando y resumiendo… Yo mientras, me sentía cómodo allí sentado en el último banco de la clase, con otro compañero… renegado como yo, atendiendo a un acto al que además no había sido invitado, (aunque a esas alturas debería haber estado camino de la oficina de Duscer para entregarles el proyecto...). Estaba fuera de lugar, y eso, curiosamente, me divertía.


- …Y dime otra cosa… ¿por qué se hizo tu padre del Atleti? ¿Lo sabes?
- ¿…Por qué le interesa eso tanto?
- ¡Jaja! –me hizo gracia, aunque cuando le miré, él estaba serio. - …Pues… no sé. Era por hablar de algo…
- Pues… decía que le era simpático.
- Tu padre era un tío como dios manda, ¿sabes?
(…)
- ¿Y hoy no tienes cole?
- No. Nos hemos librado! Je, je…
- le miré- ¿Te han dado el balón ahí abajo?
- Sí… -me respondió con un gesto algo triste. Volví la vista de nuevo hacia el tumulto.


…Hermosas y esponjadas nubes blancas se movían en lo alto. Abajo, los árboles y el verde brillaban en medio de la leve música.


- ¿Qué lleva ahí? -me interrumpió el chico.
- ¿Esto? ¡Nada! Una cosa de trabajo.
- ¡…Vaya rollo!
- Pues sí. –no lo sabes tú bien- Yo también me he escapado hoy del cole –y le hice un gesto con las cejas que le hizo sonreír. La verdad es que el chaval era simpático.
- ¡Ja! ¡Usted ya no va al cole!
- Puede ser… pero el trabajo es tan rollo como el cole, ¿no te lo han dicho?
- No…
- Oye, ¿por qué me llamas de usted? ...Somos colegas, ¿vale?-y le puse el puño, para que chocara con el suyo. Dudó un rato, pero al final chocó.


- Ven, Saúl, vámonos.- Llegó diciendo una madre, con aspecto de malas pulgas y desconfianza subida hacia mí. Tiró del crío con energía, y se alejaron a grandes zancadas colina abajo, forzado el muchacho por la madre. Casi al final volvió la cabeza. Yo le gesticulé ‘co-le-gas’…


(Yo) me quedé luego un rato más allí sentado, con mis rodillas agarradas por los brazos, y el traje recién estrenado ensuciándose con la hierba. Soplaba algo de aire que se levantaba, haciendo moverse las hojas de los árboles cercanos, y resultaba agradable, la verdad, difuminando de paso el rumor de la música. …Aquello de la madre, la desconfianza, me dejó un sabor amargo por un poco… me hizo pensar que un tipo como yo, vestido de adulto, o mejor dicho, siendo adulto, podía parecer incluso un peligro para los niños. Era sospechoso que un hombre hablara con un chaval, yo era sospechoso y casi me veía a mí mismo con malos ojos, mientras escuchaba la banda militar tocar las últimas notas de nuevo de aquella conmovedora y algo trágica marcha fúnebre: pam, bom, pam…
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…Caminé de nuevo hacia el estanque, y miré el reloj. Era la una y media pasadas. El sol pegaba igual de fuerte, entre las algodonosas nubes blancas allá arriba (...)

sábado, 17 de enero de 2009

LOST CAUSE

The 25 Most Exquisitely Sad Songs in the Whole World:

...O o que es lo mismo, las 25 canciones más tristes (o más bellas, que es lo mismo) de la historia de la música... y in embargo, la mía no está.

¿Cuál es la tuya?

domingo, 11 de enero de 2009

Nightswimming


...Hacía sol como digo, pero la mañana era algo fresca, cuando caminaba avenida arriba, en dirección al metro. Es curioso porque, recordándolo todo ahora, en comparación, lo veo como un momento extraordinariamente luminoso… será tal vez, por la oscuridad que me envuelve cuando escribo: cuando anoto todo esto, hace tiempo que cayó la noche (y no me he conseguido dormir).

…Cuando llegué al metro, encontré que la línea 10 estaba cortada. “Es fenomenal”, pensé. Cuando tienes los planes perfectamente atados y reatados, muchas veces pasa que llega un soplo -aunque sólo sea- de algo inesperado, y te tira de la tabla, y se va todo al traste (al menos en la cabeza de uno)…

- ¡Qué diablos le pasa la línea 10? –le dije a la repantingada taquillera. Puedo asegurar que tardó cerca de medio minuto en levantar su ocupadísima mirada.
- Está cortada, ¿no lo ve?
- Ya sé que está cortada, le pregunto que qué… cojones ha ocurrido hoy.- esa línea cada dos por tres la cortaban, he de aclarar.
- …No lo sé, señor- me miraba con los ojos forzadamente hacia arriba, por encima de las gafas. Supongo que el peso del autodefinido le impedía levantar la cabeza en condiciones.- Sólo sé que está cortada.
- Pero bueno, ¿es que esta línea está siempre cortada o qué?

No dijo nada. Quizá yo mismo exageraba esta mañana, pero ya llovía sobre mojado, en lo que a mí respecta, sobre esa línea. Cuando no se paraban los trenes un cuarto de hora, no acababan de llegar nunca, y cuando no, directamente la cortaban, como esta mañana. Algo iba mal con esa línea, y conmigo mismo, según empezaba a considerar, después de lo de los taxis, y al encontrarme ahora con esto.

- Pues ya me dirá que hago para ir a Príncipe Pío, porque la Uno, si no me equivoco, sigue de obras… ¿no? Sólo va aquí la cinco, ¿no?
- …Puede usted retroceder hasta Sol, y trasbordar… -hizo el supremo esfuerzo de mirar en un plano- a la Circular. La Circular llega a Príncipe Pío. …Si le gusta –le dio por añadir, al ver mi cara- …y si no le gusta…

Aquello me tocó los cojones. Aquella tipa mascando chicle y en un plan tan impertinente, era algo superior a lo que podía tragar, según el día que llevaba.

- No mire, lo que voy a hacer mejor es poner una queja. Que ya está bien. Dígame usted su nombre por favor.
- Para qué quiere mi nombre.(…) Ponga la queja si quiere, pero a mí no me…
- Lo quiero, para… hacer constar el tipo de trato que tienen ustedes. Dígame.
- Pues muy bien… -y me dijo su nombre. La gente detrás de mí ya se amontonaba; había montado un cierto taco, y los de atrás tampoco estaban muy contentos, pero quién más, quién menos, lo que quería es conseguir su billete o su información, y seguir camino cuanto antes. Que es lo que yo debí haber hecho, por cierto. Porque cuando ya estaba acabando de redactar la queja, me sentí un poco estúpido, a pesar del enfado… Se la dejé a la ‘simpática’ taquillera, y me dí cuenta de que no tenía billete, ni para retroceder hacia Sol, e ir a buscar la “Circular”, ni para nada de nada. Tampoco tenía muchos ánimos para ello, y muchos menos para pedirle a mi ‘amiga’ un billete, así que me dí el piro. ( ) Ahora pienso que, si no me hubiera puesto así, me hubiera evitado todo lo de después.

Salí del Metro que echaba chispas, sin muchas ganas de nada, la verdad. Y miré a mi alrededor.Entonces se me ocurrió una ‘brillante’ idea. Si atravesaba el Parque, tomando un atajo (espacio-temporal, debía de ser por lo menos) podía llegar andando a las oficinas de Duscer en no demasiado tiempo. Como digo, debía de haber perdido la cabeza…